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Una fiesta de agradecimiento


Como cada año una fiesta en la terraza puso el broche final al ciclo de formación en el Colegio. Fue un momento de alegría para todos, aunque en el caso de los seminaristas que terminaban su recorrido de formación y regresarían días más tarde regresar a su respectivas diócesis, en misión, para edificar la Iglesia, los sentimientos eran contrastantes: de gozo por un lado, por haber culminado esta etapa, pero también de cierta pena, sobre todo por tener que separarse de tantos buenos amigos. Pero además, para todos, era el momento de despedirse no sólo de ellos, sino también de una persona que durante muchos años ha sido fundamental en nuestro Colegio y a quien debemos un profundo agradecimiento: nuestro querido Leonardo, que pocos días más tarde dejaría el Colegio para disfrutar de su merecida jubilación, después de tantos años trabajando en el área de mantenimiento.


La parrillada, magistralmente preparada por don Josefo y sus ayudantes, hizo de fondo a las diversas exhibiciones y ejecuciones de cantos y bailes que animaron la fiesta. En particular recordamos el bello video con la grabación de los saludos de varios sacerdotes que han trabajado en el Colegio y, en algunos casos desde lugares lejanos, deseaban saludar a Leonardo: los antiguos rectores don Pedro, don Juan Carlos y don Julio; don Luis Felipe, antiguo director espiritual; don Álvaro, que fue ecónomo; don Santiago, don Sergio y don Carlos, vicerrectores…


Acompañado por su esposa Paola, fue Leonardo, lógicamente, el principal protagonista de esta bella velada. En nombre de todos, el rector actual, don Javier, le entregó una placa conmemorativa como un signo de agradecimiento por su trabajo, su paciencia y su maravilloso ejemplo durante estos años.


Y para que la fiesta de fin de año pudiera reconocerse como tal, no podía faltar el tan esperado discurso de en el que, con humorismo, cada año se saluda a los seminaristas que parten, recordando, para cada uno, los momentos importantes de su estancia en el Colegio. Además, el rector les entregó un pequeño maletín con todo lo necesario para celebrar la Santa Misa, alba a medida incluida, regalo que cada año confeccionan con gran cariño un grupo de benefactoras españolas a quienes agradecemos de todo corazón su gesto y sus oraciones por nosotros.


Solo nos queda saludar a nuestros amigos que parten, encomendándolos a la intercesión de la beata Virgen María, Sede de la Sabiduría. Y a aquellos que permanecen… nos vemos en septiembre, ¡porque la aventura continúa!



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