Es cierto que, viviendo en la Ciudad Eterna, tenemos la oportunidad de conocer los grandes monumentos de la antigua Roma, únicos en el mundo. Sin embargo, también es verdad que no tan lejos, al sur de la Ciudad Eterna, es posible visitar una ciudad romana que conserva los secretos de la vida cotidiana de un núcleo urbano del Imperio. Se trata de Pompeya, la ciudad enterrada en el año 79 d.C. a causa de la erupción del volcán Vesubio, cuya mole todavía domina el paisaje hoy.
Así que el sábado 21 de septiembre tuvimos un maravilloso viaje a Pompeya. Saliendo temprano en la mañana, primero fuimos como peregrinos al santuario de la Santísima Virgen del Rosario, fundado por el beato Bartolo Longo y construido con la contribución de muchos fieles. Después de celebrar la Santa Misa allí, salimos para descubrir el parque arqueológico de la antigua Pompeya.
Allí, guiados por el profesor Javier Domingo, docente de arqueología cristiana en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, pudimos admirar numerosos restos romanos muy bien conservados que nos permitieron profundizar en nuestro conocimiento de la cultura romana, en la que se desarrolló el cristianismo de los primeros siglos.
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